Cuatro millones 143 mil personas que viven en Chile se encuentran hoy en situación de morosidad, un aumento de 28 mil personas respecto al trimestre anterior, cifras que reflejan una tendencia general al alza de la deuda en los últimos meses. El escenario no es sorprendente, sino, por el contrario, previsible.

 

Dicho de otro modo: nada permitía ser muy optimista respecto a la realidad que nos encontraríamos a esta altura del 2022, e incluso con proyección de empeorar hacia finales del año.

 

Los datos del reciente informe de Equifax y la Universidad San Sebastián apuntan a que la cantidad más alta de deudores está en el retail, pero que, en términos del monto de la deuda, las personas deben más dinero al banco que al retail. Además, se evidencia que cuatro regiones tuvieron alzas en el número de personas que no cumplen sus compromisos financieros; y que casi un 20% de los extranjeros residentes en Chile se encuentra en situación de morosidad.

 

Las estadísticas del Poder Judicial también apuntan a que el número de procesos ejecutivos iniciados se incrementó, al menos en un 4,3%, tanto para personas naturales como empresas.

 

Todo hace prever, en definitiva, que a fin de año el país tendrá más de 4.5 millones de ciudadanos en Dicom y más de un millón de recursos ejecutivos contra deudores. Muchas de estas nuevas deudas contraídas por cubrir necesidades de la canasta básica.

 

Hoy, más que nunca, resulta vital que el deudor moroso esté informado acerca de los derechos que tiene, especialmente, porque ya se acabaron casi todas las medidas que llevaron a cabo los gobiernos durante los últimos dos años para ayudar al bolsillo de las personas.

 

Aunque estas acciones demostraron ser insuficientes para dar sostenibilidad a la economía doméstica, su término supone una piedra más para la carga que deben llevar los más de cuatro millones de personas endeudadas que viven en Chile. Las ayudas estatales y algunos “gestos” de instituciones financieras fueron solo un bálsamo, que de algún modo patearon el problema para más adelante.

 

Pues bien, ahora es ese “adelante”: un contexto complejo, con inflación, cesantía, política monetaria restrictiva, bajo crecimiento e incertidumbre.

 

La tormenta del endeudamiento ya está sobre las personas naturales y las pequeñas empresas. Aquella amenaza o riesgo que pensamos que se disiparía una vez que se mitigaran los impactos de la pandemia, se está haciendo sentir fuerza. Es momento de actuar y tomar decisiones responsables en el tiempo. De lo contrario, los estragos del temporal pueden ser devastadores.

 

Ricardo Ibáñez, abogado y socio fundador defensadeudores.cl

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