16 DE MARZO 2016

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El Ajo (Allium sativum) es uno de los “antibióticos” naturales más baratos y eficaces con los que podemos contar. Está considerado como el vegetal con más propiedades curativas, y en especial para combatir y prevenir infecciones. Para que el ajo sea efectivo como agente curativo y antibiótico general, necesita consumirse crudo. No hace falta comprar ningún compuesto a base de ajo, ni perlas de ajo… ya que podemos tomar un diente de ajo troceado 3 veces al día (tragado sin masticar como pildoritas) y tendrá la concentración suficiente como para tratar cualquier infección y muchos otros trastornos.
El ajo contiene sulfuro de alilo, entre otras sustancias, que es beneficioso para la digestión porque estimula la secreción de jugos digestivos. También, estimula el sistema nervioso, es antiséptico, se utiliza para paliar alergias, ayuda a combatir los parásitos intestinales, y se utiliza como antídoto de venenos. Depura los bronquios ayudando a recuperar la salud de los pulmones, y ayuda a eliminar la mucosidad. Reduce eficazmente la hipertensión (1 diente de ajo al día y una dieta baja en sal, carne y grasas previene y cura la hipertensión y mejora el sistema inmunológico), y previene problemas cardíacos. Quizá por todas estas cualidades tradicionalmente se le han atribuido poderes mágicos.
Como hemos comentado anteriormente, para que sus “efectos curativos” sean efectivos, debe consumirse crudo y expuesto al aire durante diez minutos antes de tomarse para activar su compuesto antibiótico. Para evitar el sabor y olor tan fuerte del ajo, prepare un jugo exprimiendo cuatro dientes de ajo, dos tomates y el jugo de un limón para obtener una bebida antibiótica.
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