Expertos y autoridades coincidieron en que la unión regional es clave para optimizar recursos, reducir costos y acelerar la transición, aunque persisten barreras regulatorias y culturales.
La integración energética volvió a ocupar un lugar central en la X Semana de la Energía, organizada por la Organización Latinoamericana de Energía (Olade). Durante su primer día, en la sesión magistral “Conectando América Latina y el Caribe: ¿Cómo lograr un mercado energético regional?”, autoridades y especialistas coincidieron en que la región posee una ventaja única, una de las matrices más limpias del mundo, pero también arrastra obstáculos históricos que frenan el intercambio transfronterizo de electricidad y gas.
Luego de unas palabras de Guangzhe Chen, Vicepresidente de Infraestructura del Banco Mundial, la sesión, moderada por Andrés Rebolledo, secretario ejecutivo de Olade, dio inicio, y contó con la participación de Marcelino Madrigal, jefe de División de Energía del Banco Interamericano de Desarrollo (BID); Andrés Villegas Ramelli, director de Planeación y Evaluación de Transporte de Energía en ISA; Johana Monteiro, jefa de la División de Mercados Eléctricos del Ministerio de Energía; y Michael Mechlinski, coordinador regional de GET.transform.
Uno de los diagnósticos más claros lo expuso Marcelino Madrigal, jefe de Energía del BID: “La integración no resuelve todos los problemas, pero sí fortalece la resiliencia de los sistemas frente al cambio climático y la variabilidad de las renovables”, afirmó. Según el especialista, los estudios son concluyentes: optimizar recursos de manera conjunta reduce costos, aunque el gran desafío sigue siendo cómo repartir esos beneficios de forma equitativa.
La experiencia práctica muestra que el compromiso político es tan importante como la infraestructura. Andrés Villegas, de ISA, recordó que muchos proyectos se estancan porque los acuerdos firmados por presidentes no logran bajar a la regulación y a las autoridades ejecutoras. “El compromiso no puede quedarse en declaraciones; debe traducirse en reglas claras y vinculantes”, sostuvo, subrayando la necesidad de involucrar desde el inicio a planificadores, reguladores y cancillerías.
Mirada nacional
Chile aportó la mirada de un país con un enorme potencial solar e hídrico. Para Johana Monteiro, jefa de la División de Mercados Eléctricos del Ministerio de Energía, interconectarse con los vecinos permitiría aprovechar esos recursos y acelerar el retiro de las centrales a carbón previsto para antes de 2040. Sin embargo, reconoció que persiste un obstáculo cultural: la percepción de que compartir redes implica sacrificar soberanía. “Debemos pasar de una visión de soberanía individual a una soberanía regional”, planteó.
Desde GET.transform, Michael Mechlinski trajo a la mesa la experiencia europea. Recordó que la primera interconexión eléctrica fue el punto de partida de la Unión Europea y que, aunque el camino no estuvo libre de dificultades, las lecciones aprendidas pueden servir a América Latina y el Caribe. “Lo que se necesita es un marco regulatorio común que reduzca temores y brinde seguridad a todos los actores”.
El panel concluyó con un consenso amplio: la integración energética no es un objetivo fácil ni inmediato, pero representa una oportunidad estratégica. Consolidar un mercado regional permitiría a América Latina y el Caribe aprovechar su potencial renovable, reforzar la seguridad del suministro y, al mismo tiempo, proyectarse como un modelo global de sostenibilidad.