Ariel Jeria
Gerente general de Rompecabeza Digital

En algún momento, buscar un dato implicaba ir a Google. Hoy, para millones de jóvenes, el primer paso para descubrir una receta, encontrar un restaurante o entender una noticia es abrir TikTok. No es una exageración: según el informe 2025 de Metricool, TikTok experimentó un aumento del 71% en el tiempo promedio visto por usuario y un crecimiento del 70% en el alcance de sus publicaciones, superando ampliamente en reproducciones a los reels de Instagram (24.098 vs. 13.084 visualizaciones promedio). En paralelo, su comunidad superó los 1.000 millones de usuarios activos mensuales.

Pero el fenómeno va más allá de cifras: estamos frente a una redefinición del concepto de “buscar”. La Generación Z ya no quiere resultados ordenados por SEO. Quiere contenido auténtico, visual, de alguien “como yo”. Una receta que parece simple: vídeos cortos, creados por usuarios reales, con opiniones crudas y personales que se sienten más confiables que un artículo genérico.

En TikTok se busca de todo, como lugares donde comer en una ciudad desconocida, recetas virales que se preparan en 60 segundos, tips de estudio, estilo de vida o salud mental y noticias explicadas en lenguaje simple, con humor o desde la emoción.

El algoritmo hace su parte: en vez de una lista de enlaces, entrega una experiencia casi curada, adaptada a cada uno. ¿El resultado? Un buscador emocional, instantáneo y personalizado.

¿Es esto mejor? No necesariamente. La inmediatez y cercanía tienen un precio: la fiabilidad es desigual. Las búsquedas no están organizadas por fuentes verificadas, y la viralidad no siempre premia la precisión. Hay espacio para el contenido creativo, pero también para la desinformación, el clickbait o los sesgos ocultos.

Aquí aparece el desafío más importante: formar audiencias jóvenes no sólo para “consumir contenido”, sino para comprenderlo, cuestionarlo y contrastarlo.

Este cambio es un llamado de atención: si queremos ser parte de la conversación, tenemos que aprender el lenguaje del vídeo corto, de la voz auténtica, del contenido que informa desde lo cotidiano. TikTok no es sólo un espacio de entretenimiento: se está transformando en la nueva puerta de entrada al conocimiento.

Las empresas, medios y educadores deben ver esto como una oportunidad, pero también como una responsabilidad: si TikTok es el buscador, ¿quién está creando lo que ahí se encuentra?

El futuro de las búsquedas ya no está exclusivamente en la precisión algorítmica de un motor como Google. Está también en la autenticidad, el ritmo visual y la capacidad de conectar de plataformas como TikTok. Esto no significa que Google esté muerto. Significa que tenemos un nuevo mapa que exige una brújula distinta: una que entienda que buscar, para los más jóvenes, ya no es sólo encontrar, sino también identificarse, emocionarse y compartir.

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