En el reciente Índice Latinoamericano de Inteligencia Artificial 2024, Chile ha alcanzado el primer puesto, con un puntaje de 73.03, superando a 19 países de la región. Si bien aplaudo este logro, mi mirada crítica se centra en los resultados que, al final del día, revelan un panorama más preocupante que optimista. La realidad es que tenemos un desafío monumental por delante, y es imperativo que tanto el sector público como el privado comprendan la urgencia de actuar.
Un aspecto que me inquieta profundamente es el uso predominante de técnicas básicas de IA. En nuestras conversaciones sobre inteligencia artificial, a menudo oímos que las empresas están aplicando IA, pero en muchos casos, lo que realmente están utilizando son modelos predictivos y técnicas como árboles de decisión. Esto no solo es insuficiente, sino que es un claro indicador de que, a pesar de estar en la era digital, aún estamos anclados en el pasado. Las empresas deberían haber adoptado estos enfoques hace años; hoy, es imperativo explorar tecnologías más avanzadas. Casos de uso como «utilizar ChatGPT para resumir un documento» son, sin duda, un paso adelante, pero no son suficientes. Debemos atrevernos a ser más ambiciosos.
La regulación ha avanzado a un ritmo vertiginoso, pero la aplicación de estas tecnologías se mueve a paso de tortuga. Es un contrasentido que estemos diseñando regulaciones para un futuro que aún no hemos alcanzado. No podemos permitir que la creación de un «cinturón de seguridad» se adelante a la invención del «auto»; la proactividad y la innovación deben ir de la mano.
Otro punto que me preocupa es la falta de sofisticación en los empleos del área. La inteligencia artificial y el análisis de datos deben ser abordados por equipos multidisciplinarios, pero existe una concepción errónea que asocia a un solo perfil profesional con todas las competencias necesarias en IA. Este enfoque limitado está condenando nuestras iniciativas al fracaso. Para avanzar de manera significativa, debemos diversificar nuestras capacidades y fomentar la colaboración entre diferentes disciplinas. Una lectura recomendada en este sentido es «Building Analytics Teams» de John K. Thompson, que ofrece una perspectiva valiosa sobre cómo construir equipos efectivos en este ámbito.
En conclusión, aunque celebro que Chile esté liderando el índice, lo hago con una sensación de inquietud. A pesar de la posición privilegiada que ocupamos, estamos lejos de otros países que han adoptado la inteligencia artificial con mayor determinación y riesgo. La aversión al riesgo no debe ser un obstáculo; al contrario, es el momento de desafiar el status quo y atrevernos a innovar.
Estamos en el buen camino, pero debemos acelerar nuestro paso. La inteligencia artificial no es solo una herramienta; es una oportunidad para transformar nuestras economías y sociedades. Es hora de dejar atrás el miedo y dar el salto hacia un futuro más audaz y dinámico.
Rodrigo Prado, Experto en Inteligencia Artificial y Estrategia Digital de la Universidad de Columbia.
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