Renacido de las cenizas en el corazón de Chiloé, el Parque Natural Río Bravo combina conservación, pesca responsable y turismo sustentable. Este refugio verde, a pocos minutos de Castro, demuestra cómo la naturaleza y la hospitalidad pueden convivir en equilibrio, ofreciendo experiencias únicas entre bosques nativos y fiordos serenos.

En medio de un bosque que hace tres décadas ardió bajo las llamas, hoy florece un santuario natural que simboliza la resiliencia de la naturaleza y el nuevo rostro del turismo en la isla. El Parque Natural Río Bravo, ubicado a solo siete kilómetros al sur de Castro, combina alojamiento sustentable, conservación ambiental y experiencias de pesca deportiva en un entorno donde el canto del viento y el rumor del agua son los protagonistas.

La idea de crear este espacio nació del amor por la naturaleza y de la necesidad de ofrecer un alojamiento distinto en Chiloé. Sus fundadores, visitantes frecuentes del archipiélago, se cansaron de no encontrar un lugar que reuniera calidad, tranquilidad y cercanía. Tras descubrir un terreno abandonado que se había convertido en un basural, decidieron recuperarlo y transformarlo en un refugio verde. 

En coordinación con la Corporación Nacional Forestal (CONAF), elaboraron un proyecto de protección que incluyó senderos accesibles, repoblación de especies nativas y educación ambiental, especialmente sobre pesca deportiva responsable. “Queríamos no solo ofrecer un lugar donde pescar, sino también enseñar por qué es importante hacerlo de forma sustentable”, explica Miguel Ángel Plaza, fundador y director del Parque Natural Río Bravo.

El terreno, de aproximadamente cinco hectáreas, es un ejemplo de regeneración natural asistida. Donde antes hubo cenizas, hoy se levantan catedrales de arrayanes de hasta quince metros de altura, algo inusual para un bosque tan joven. A ellos se suman coihues, canelos, lumas, teníos y radales, que conforman un ecosistema diverso y vigoroso. Algunas de las doce cabañas del parque se encuentran inmersas entre los árboles, mientras que otras ofrecen una vista privilegiada al fiordo de Castro, a 80 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, los visitantes pueden observar el ciclo de las mareas, escuchar el río y disfrutar de la paz del entorno.

El Parque Río Bravo se integra armónicamente con los atractivos de Chiloé, una isla donde más del 30 % de su superficie corresponde a áreas protegidas. Sus alrededores ofrecen posibilidades infinitas para los amantes de la naturaleza: los parques Tantauco, Tepuhueico y el Parque Nacional Chiloé, los humedales de Chepu -declarados Reserva de la Biosfera-, y el avistamiento de aves, ballenas y pudús, símbolo de la fauna chilota que logró recuperarse del peligro de extinción. 

El crecimiento del turismo en Chiloé es sostenido y conforme con el resto del país. De acuerdo con el Ministerio de Economía y la Subsecretaría de Turismo, Chile recibió en 2024 más de 5,2 millones de visitantes extranjeros, un aumento del 40,4 % respecto del año anterior. En febrero de 2025, las llegadas internacionales aumentaron un 54,8 % en comparación con el mismo mes de 2024. 

En la Región de Los Lagos, los datos de Sernatur indican que todos los destinos superaron las cifras del verano anterior, con un incremento general de ocupabilidad que alcanzó un alza de 0,5 puntos porcentuales en el Archipiélago de Chiloé. “Estamos muy contentos con el alza que han mostrado nuestros destinos, especialmente Chiloé, que confirma su atractivo como destino seguro y sustentable”, declaró Claudia Renedo, directora regional de Sernatur Los Lagos.

Por su parte, el Seremi de Economía, Fomento y Turismo de Los Lagos, Luis Cárdenas, destacó que “los datos de ocupabilidad reflejan la consolidación de la recuperación del turismo en la región, confirmando nuestras proyecciones para esta temporada”. A nivel nacional, la subsecretaria de Turismo, Verónica Pardo, señaló que “2024 marcó la recuperación definitiva del turismo en Chile”, con más de cinco millones de llegadas y un fuerte impulso en el turismo de naturaleza.

En este contexto de crecimiento sostenido, el Parque Natural Río Bravo emerge como un proyecto que encarna las nuevas tendencias: turismo responsable, experiencias auténticas y convivencia armónica con el entorno. Y sus proyecciones para la primavera son alentadoras. La isla sigue siendo un destino seguro y apacible, con clima suave y lluvias moderadas que avivan la vegetación. “Aquí aún nos conocemos todos y casi nunca pasa nada; esa tranquilidad es lo que muchos visitantes buscan hoy”, afirma Miguel Ángel Plaza.

Río Bravo no solo es una propuesta de alojamiento, sino también una invitación a reconectarse con la naturaleza sin renunciar al confort. Su cercanía con Castro permite combinar la tranquilidad del bosque con la oferta cultural y gastronómica de la capital provincial. “Estamos en el corazón de la Isla Grande, lo que permite llegar a muchos destinos sin grandes desplazamientos”, señala el director del Parque Natural Río Bravo, convencido de que su propuesta contribuye a diversificar y fortalecer la oferta turística de la zona.

Y agrega: “Creo que lo que estamos ofreciendo es combinar las dos cosas más importantes en unas vacaciones en familia. Por un lado, el cliente encontrará el confort y la tranquilidad de un alojamiento en naturaleza, pero teniendo al mismo tiempo un acceso rápido hasta la capital provincial donde encontrará una gran oferta de restaurantes de comida típica e internacional, así como entretenimiento en el casino de Castro con sus espectáculos y restaurantes de cadena”.

Entre el sonido del agua y el aroma del bosque, el Parque Natural Río Bravo se consolida como un ejemplo de cómo la conservación y el turismo pueden avanzar juntos. En tiempos en que la autenticidad se ha vuelto un valor escaso, este rincón chilote ofrece una experiencia que hay que vivir.

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