De acuerdo con la definición propuesta por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la diabetes es una enfermedad metabólica crónica que se caracteriza por la presencia de niveles elevados de glucosa en sangre, condición que, con el tiempo, puede provocar daños graves en diversos sistemas y órganos, tales como corazón, riñones, ojos, entre otros. La forma más prevalente es la diabetes tipo 2, que suele aparecer en etapa adulta. En los últimos 30 años, su prevalencia ha ido aumentando de forma exacerbada a nivel mundial, convirtiéndose en uno de los retos más importantes de la salud pública. 

Las recomendaciones nutricionales para las personas con diabetes han evolucionado significativamente, adoptando un enfoque más flexible y personalizado. Según los objetivos establecidos por la Asociación Americana de Diabetes (ADA) en el 2024, la prioridad es promover patrones de alimentación saludables que incluyan una amplia selección de alimentos ricos en nutrientes y en porciones adecuadas, con el fin de mejorar la salud general. Estos lineamientos se centran en la importancia de fomentar comportamientos de salud positivos y el bienestar psicológico como elementos fundamentales para un manejo exitoso de la diabetes. Destaca que alcanzar los objetivos de tratamiento, no dependen únicamente de la terapia farmacológica, sino de una estrategia integral que combine educación del paciente, apoyo en el autocuidado, nutrición, actividad física, abandono del hábito tabáquico y atención psicosocial. 

Se establece que los profesionales de salud deben adoptar un enfoque centrado en la persona, mediante la toma de decisiones compartida, la colaboración activa entre el paciente y el equipo de salud y el monitoreo conjunto de metas de cuidado integradas en el plan terapéutico. Además, las guías destacan la importancia de adaptar las recomendaciones a las preferencias personales y culturales y a las condiciones de acceso a los alimentos saludables. Se promueve mantener el disfrute por la comida, evitando mensajes restrictivos o con prejuicios, y limitando las prohibiciones alimentarias únicamente cuando existan fundamentos científicos sólidos. 

El enfoque actual, según la ADA, busca dotar a las personas con diabetes de herramientas prácticas para desarrollar hábitos sostenibles y equilibrados, priorizando los patrones de alimentación sobre los alimentos individuales. Dentro de las recomendaciones nutricionales de las guías actuales, para un mejor control metabólico, subrayan la importancia de priorizar fuentes de carbohidratos mínimamente procesados, ricos en nutrientes y con un alto contenido de fibra, al menos 14 gramos por cada 1000 calorías, como parte de una alimentación equilibrada. Por otra parte, se aconseja sustituir bebidas azucaradas, incluidos los jugos de fruta, por agua o bebidas sin calorías, así como minimizar el consumo de alimentos con azúcares añadidos. Este cambio contribuye a un mejor control de la glicemia y a la reducción del riesgo de enfermedades cardiometabólicas. En términos generales las recomendaciones enfatizan la necesidad de ofrecer educación personalizada sobre el impacto glicémico, particularmente, de los carbohidratos, considerando el plan farmacológico y las preferencias alimentarias de cada persona. 

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