Por Macarena Molina, líder de Talento y Cultura en Defontana
No hay duda alguna, avanzamos en equidad e inclusión, la brecha se acorta y eso hay que reconocerlo. Existen variadas iniciativas, tanto públicas como privadas que están dando buenos resultados. Ejemplo de eso es el programa ‘Más Mujeres Científicas’, que aumentó en un 15% la selección de mujeres en carreras STEM, donde la representación de mujeres creció del 30% al 32% el último año.
No obstante, todavía falta. Según IT Talent, en Latinoamérica, apenas el 23% de las personas que trabajan en el sector de las tecnologías de la información (TI) son mujeres. En Chile, esa cifra es todavía más baja, llegando apenas al 18%. Qué decir de mujeres en cargos de liderazgo, no alcanza el 15% en la región y en Chile ni siquiera pasa de un dígito.
En efecto, las mujeres hemos avanzado, pero seguimos siendo minoría en una industria históricamente integrada por hombres y que es clave para el desarrollo económico y social. Aunque tenemos oportunidades, no siempre contamos con las condiciones necesarias para aprovecharlas. Aún hay sesgos culturales y sociales que nos llevan a creer que debemos trabajar en otros rubros y no en tecnología. Y, peor aún, al ser un área tan masculinizada, se reduce la cantidad de referentes y modelos que nos inspiren a ser parte de ella. Por el contrario, encontramos más obstáculos para ‘ganarnos un lugar’ en la industria y, además, enfrentamos una brecha salarial.
Ciertamente, hay aquí una deuda pendiente, una cancha que debemos equiparar, reglas del juego que tenemos que revisar y discursos que, llegó la hora, se han de poner en práctica.
Cuestión cultural
Para aprovechar las oportunidades que se están gestando en programas como el antes mencionado, las mujeres tienen que visualizar desde niñas que las opciones están y que son para todos por igual, que se puede. Es fundamental, terminar con el sesgo que impide un acceso fluido, sin prejuicios y sin mayores obstáculos relacionados al género. El tema de equidad, inclusión y brecha debe dejar de ser ‘tema’.
El empoderamiento femenino tiene que empezar a formarse en la niñez para que surja de manera espontánea, con sus matices y diferencias. Y no sea reflejo de una copia de lo que por siglos hemos conocido. Ahí está el mayor desafío para que más pronto que tarde se haga parte de la cultura ciudadana de manera transversal, tanto en lo público como en lo privado.
Pero, para eso, es urgente, pasar del discurso de las buenas intenciones a la práctica, con políticas integradas y adaptadas a la realidad local, con flexibilidad, equidad salarial, así como también referentes femeninos visibles y destacados para que las niñas internalicen que pueden ser lo que se propongan y que se formen mujeres para hacerse cargo del rol que elijan, no del que les ‘toque’.
Llamado a atreverse
La industria TI, en particular, tiene aquí una gran oportunidad de avanzar y marcar tendencia, como lo ha hecho tantas veces, para asegurar, potenciar y promover las condiciones necesarias para el desempeño, crecimiento y liderazgo de la mujer en el sector. Es hora de pasar el cambio y acelerar para tomar la delantera.
Este, es un campo que ofrece oportunidades ilimitadas para nosotras. No solo se trata de convertirse en desarrolladora o trabajar con grandes avances tecnológicos, sino de resolver problemas, crear soluciones innovadoras y hacer una diferencia en la vida de las personas en diversos aspectos mediante la tecnología.
La industria TI ofrece flexibilidad laboral, lo que significa poder trabajar de manera remota, tener un horario adaptable para equilibrar la vida personal y profesional. No importa si no se tiene experiencia en tecnología, esta área está llena de oportunidades para aprender y crecer. Se puede empezar incluso con cursos gratuitos en línea, talleres o programas de mentoría.
Mi invitación es a que las mujeres den ese primer paso, y se atrevan, ¡las estamos esperando!