Muere Ozzy Osbourne, cantante de Black Sabbath y leyenda del heavy metal

Ozzy Osbourne, la última llamada del Príncipe de las Tinieblas

Yusef Hadi Manríquez
Director de carrera de Publicidad
Universidad Andrés Bello

Este martes, el mundo del rock recibió una noticia dolorosa: Ozzy Osbourne partió de este mundo terrenal a los 76 años, y así, rodeado de su familia, cerró el capítulo de una vida marcada por la creación pura, el caos controlado, y una constante por reinventarse.

Desde muy pequeño, desde la dura Birmingham industrial, John Michael Osbourne, quien adoptaría más tarde el nombre Ozzy, rompería todos los moldes al darle vida a Black Sabath en 1968. Con himnos más que canciones, como “Paranoid”, “Iron Man” y “War Pigs”, ayudó a edificar una estética sonora y visual que se convertiría luego en la base del heavy metal contemporáneo.

Su carrera fue asombrosa desde lo colectivo como en lo solista: ideó álbumes históricos como Blizzard of Ozz, el icónico No More Tears (1991) con éxitos como “Mama, I’m Coming Home” y “I Don’t Want to Change the World” que lo consolidaron como un artista icónico.

Pero paralelo a ello, su vida personal fue ciertamente intensa. Varias luchas con adicciones, controversias memorables, e incluso morder la cabeza de un murciélago. Todo ello alimentó la narrativa del “Príncipe de las Tinieblas”. Pero más allá del mito, Ozzy transmitió una energía creativa sin miedo al ridículo o al rechazo. Su marca fue la autenticidad emocional, la audacia sonora y la capacidad de reinventarse, incluso en la vejez y frente a la enfermedad.

Su influencia va más allá de los riffs y los escenarios: Ozzy impulsó a guitarristas como Randy Rhoads o Zakk Wylde, y trascendió como figura mediática gracias a The Osbournes, su reality show familiar.

Vivió y enfrentó el Parkinson con valentía y trabajó hasta el final. Fue sin duda memorable su capacidad de convertir su vulnerabilidad en arte, lo que es una profunda lección para toda persona que busca explotar la creatividad, cualquiera sea su actividad.

Hoy, la muerte de Ozzy Osbourne la podemos ver como una instancia para reflexionar sobre el poder transformador del arte que emerge desde la adversidad.

Y todo esto porque su gran y aplaudida trayectoria demuestra que la creatividad no muere con los límites físicos ni con los juicios sociales, sino que se fortalece con la autenticidad y la reinvención constante. En un mundo donde lo comercial y lo efímero dominan, Ozzy representó precisamente lo opuesto, la integración de excelencia musical, provocación cultural y también humanidad.

Su vida demuestra que ser genuino, persistir pese al dolor y dar vuelta al caos en creación son caminos posibles. Y este 22 de julio, Ozzy Osbourne deja un legado imborrable, a días del imborrable “Back to the Beginning”, el concierto de despedida de Black Sabbath que supo ser el mayor homenaje a su figura. Ya no queda el hombre en el trono negro, pero no cabe duda de que quedarán sus canciones, su sensibilidad artística y su mensaje: seguir creando, resistiendo y transformando.

Descansa en paz, Ozzy, tu música seguirá encendiendo con locura la pasión sagrada de vivir.

 

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