Fernando Arancibia, gerente general de TecnoBack

Por más de 20 años Chile ha sido pionero en la digitalización de procesos masivos, democratizando el acceso a diversos servicios ciudadanos y posicionándose como referente y líder de la región. En este contexto, la facturación electrónica, probablemente, sea uno de los más importantes y transversales procesos de transformación digital. Esta iniciativa ha inspirado a muchos países, porque aporta transparencia, eficiencia y solidez, mejorando la capacidad de los Estados para recaudar impuestos con mayor transparencia y un mejor proceso en el control tributario de cara a los contribuyentes.

En el proceso evolutivo de la facturación y los tributos electrónicos, existen dos modelos para la emisión de los documentos electrónicos: el primero, y más masivo, es la exitosa solución gratuita del Servicio de Impuestos Internos (SII), conocida como MiPyme y, en segundo lugar, las empresas intermediarias que se interconectan a este organismo, representando a los contribuyentes de forma electrónica y que se les conoce como facturadores de mercado. Dos instancias que han traído beneficios de inclusión, transparencia y transversalidad a todos los tipos y tamaños de contribuyentes. En particular, el rol de estos facturadores de mercado ha sido un aporte sobresaliente para las empresas medianas y grandes, ofreciendo una mejor gestión de los contribuyentes.

Desgraciadamente, a 10 años de la obligatoriedad de la emisión electrónica de DTEs, el avance tecnológico e innovación, se ha estancado en un mercado consolidado, donde las empresas grandes o medianas, entran en una cultura ya adaptada a una forma de operación (buena o mala) llena de paradigmas y procesos manuales.

Así, el sistema privado de facturadores de mercado tiene objetivos más enfocados en la capitalización de una cartera de clientes ya establecida que de mejorar o innovar en un producto. Por ende, la oferta estándar de estos facturadores carece de algunos servicios básicos que mejorarían la oferta y el servicio a los contribuyentes.

De esa manera, el desafío para los nuevos operadores de este mercado es romper con la inercia de un modelo donde el cambio es lento e inseguro por parte de los grandes clientes que tienen como objetivo mejorar sus ventas y no optimizar su proceso tributario.

De cara al 2025 y debido a la contracción económica del país, lo que se espera es que las empresas revisen de forma transversal sus costos de explotación, obligando a los operadores consolidados a mejorar su propuesta de valor.  Para los grandes facturadores de mercado (especialmente los controlados por fondos de inversión extranjeros), en tanto, el cambio requerido será una gran inversión.

Por último, la motivación para mejorar el sistema tributario viene de forma natural, ya que cuando la contracción económica obliga a bajar costos, todos los contribuyentes evalúan sus modelos de negocios, dando oportunidad a otros facturadores de mercado, mejor preparados y con ofertas de valor más interesantes.

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