La ingeniera chilena Carla Taramasco, directora del Instituto de Tecnología para la Innovación en Salud y Bienestar (ITISB) de la Universidad Andrés Bello, presentó ante la Organización de Naciones Unidas (ONU) la exposición “Vida independiente: envejecimiento en casa”. En un encuentro convocado por la División de Población de la entidad global, la académica enfatizó que la importancia de conceptualizar las viviendas como los primeros centros de cuidado para la vejez.

La especialista advirtió que, no obstante, solo el 4% de las tecnologías están diseñadas para personas mayores de 60 años, lo que impone el desafío de adaptar los nuevos desarrollos y la ingeniería social al cambio demográfico. Asimismo, llamó a promover la innovación inclusiva como un derecho y advirtió la relevancia de que la innovación se centre en mejorar la calidad de vida, fomentar la autonomía y garantizar la inclusión social de los adultos mayores.

“El envejecimiento es un fenómeno global que requiere respuestas locales y regionales. No se trata solo de vivir más años, sino de vivirlos con dignidad, autonomía e inclusión. La tecnología debe servir como un aliado de las personas mayores, no reemplazarlas ni excluirlas del entorno digital. Es fundamental garantizar autodeterminación, privacidad y diversidad funcional en cada innovación”, indicó Taramasco.

El encuentro, centrado en el tema “Población, tecnología e investigación en el contexto del desarrollo sostenible”, reunió a especialistas de diversos países para discutir políticas y soluciones tecnológicas orientadas al envejecimiento poblacional, un fenómeno que marcará el futuro de todas las regiones. Esta es una instancia preparatoria para la 59ª sesión de la Comisión sobre Población y Desarrollo (CPD59) que se celebrará en abril de 2026 en Nueva York.

“Diseñamos autos autónomos, pero no sillas de ruedas inteligentes accesibles. Invertimos en realidad aumentada, pero no en interfaces que entiendan la lentitud o los reflejos de una persona de 80 años”, afirmó la académica de la UNAB, quien llamó a impulsar la investigación aplicada y la formación interdisciplinaria en “gerontecnología”: la combinación de ingeniería, ciencias sociales y ética aplicada para responder a las necesidades del envejecimiento.

Según proyecciones de la ONU, para 2050 una de cada seis personas en el mundo tendrá más de 65 años. Esta transformación, explicó la ingeniera chilena, redefine los sistemas de salud, los modelos de ciudad, la economía y la estructura familiar. En América Latina, la transición demográfica avanza a un ritmo acelerado: Chile será, en las próximas dos décadas, uno de los países más envejecidos del continente.

Se estima que a mediados de este siglo, uno de cada seis habitantes de nuestro país será mayor de 65 años. Sin embargo, el bajo acceso a la tecnología para este segmento se traduce en brechas significativas en conectividad, costos, interfaces adaptadas a capacidades sensoriales y cognitivas, así como en alfabetización digital, subrayó la directora del ITiSB de la UNAB ante Naciones Unidas.

 

ITiSB: “Hoja de ruta tecnológica”

De acuerdo a la directora del Instituto de Tecnología para la Innovación en Salud y Bienestar un hogar inteligente para individuos mayores de 60 años debe ser concebido como un centro proactivo de monitoreo. Un espacio capaz de detectar caídas, intrusiones, cambios en patrones de comportamiento, inactividad o eventos médicos como la nocturia. Esto requiere la incorporación de sensores, inteligencia artificial y dispositivos para anticipar riesgos y apoyar la vida independiente, respetando la privacidad y los derechos digitales de cada usuario.

El informe presentado por Carla Taramasco propone una hoja de ruta clara para avanzar en el diseño de tecnologías centradas en las personas mayores, un proceso que debe necesariamente ir acompañado de legislación robusta, inversiones para superar la exclusión digital y consolidar el acceso a soluciones de cuidado como derecho, políticas de equidad, acceso y sostenibilidad, además de programas de formación intergeneracional y profesional en competencias digitales.

“Innovar para una longevidad digna es un desafío técnico, ético y social. América Latina puede liderar este cambio si integra la tecnología con equidad y responsabilidad. La tecnología debe servir como un aliado de las personas mayores, no reemplazarlas ni excluirlas del entorno digital. Es fundamental garantizar autodeterminación, privacidad y diversidad funcional en cada innovación”.

La participación de la directora del ITISB en la consulta de expertos de Naciones Unidas refuerza el papel de Chile como referente regional en gerontecnología inclusiva, aportando experiencias locales a un debate global sobre envejecimiento, equidad y sostenibilidad. Actualmente, de acuerdo al Censo 2024, el 14% de la población tiene 65 años o más, lo que equivale a más de 2,5 millones de personas y representa más del doble de la proporción registrada hace tres décadas.

El índice de envejecimiento muestra que por cada 100 personas menores de 14 años hay actualmente 79 adultos mayores, anticipando que pronto habrá más personas mayores que niños y adolescentes en el país. Para responder a estos desafíos, el ITiSB  trabaja actualmente en programas de capacitación digital intergeneracional, donde jóvenes voluntarios enseñan a adultos mayores el uso de herramientas tecnológicas de salud y comunicación.

 

Una creciente soledad

La presentación también abordó los retos de interoperabilidad y ciberseguridad, que son esenciales para integrar datos del hogar con registros clínicos y asegurar continuidad de atención. Según la Dra. Taramasco, sin estándares técnicos y éticos robustos, el potencial de estas tecnologías no puede materializarse de manera confiable ni segura. Asimismo, enfatizó la necesidad de alfabetización digital tanto para los usuarios mayores como para los proveedores de salud y cuidadores, para superar barreras de uso y conectividad que se observan en la región.

“No basta con entregar dispositivos: se requiere formación continua, diseño inclusivo y acompañamiento para que las personas mayores puedan interactuar con la tecnología de manera efectiva”, explicó la Dra. Taramasco, quien llamó a una cooperación global que incluya fondos internacionales, alianzas multisectoriales y redes de emprendimiento tecnológico, para promover soluciones inclusivas y sostenibles, adaptadas a los contextos sociales y culturales de América Latina.

Este contexto, puntualizó la académica de la UNAB, se caracteriza por los cambios en la composición de los hogares: el promedio de integrantes por vivienda se redujo a 2,8 y una de cada cinco viviendas alberga solo a una persona, en su mayoría adultos mayores. Este panorama de evidencian “una creciente soledad” refleja que el envejecimiento poblacional no solo un fenómeno que plantea desafíos urgentes para las políticas sociales, de salud y de inclusión digital, así como para la planificación de servicios que permitan mantener la autonomía y bienestar de la población mayor.

Taramasco advirtió que la ingeniería social y tecnológica debe acompañar esta evolución, no solo para administrar una crisis de capacidad asistencial, sino para transformar el envejecimiento en una oportunidad de prosperidad demográfica. “La longevidad es un logro civilizatorio, pero requiere una respuesta integral. Si la ingeniería se orienta al bienestar y la inclusión, puede convertir el envejecimiento en motor de innovación social y económica”, concluyó (Por: Luis Francisco Sandoval. Agencia Sandoval & Meirovich Comunicaciones).

 

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