- Entre las innúmeras acciones para lograr la preservación del planeta y sus recursos, la ruta hacia la carbono-neutralidad es una de las que genera mayor interés, y en la que se están enfocando los estados y las empresas. Su medición es fundamental para cumplir ese objetivo.
La Huella de Carbono se define como el conjunto de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), producidas directa o indirectamente por personas, organizaciones, productos, eventos, etc., y sirve como una herramienta útil de gestión para conocer las conductas, actividades o acciones que están contribuyendo a aumentarla y con ello el calentamiento global.
Frente a este escenario, surge la interrogante: ¿cómo podemos reducir esos efectos para enfrentar el cambio climático y, por supuesto, lograr un resguardo y uso más eficiente de los recursos? La respuesta es reduciendo la Huella de Carbono a través de su medición y de las medidas que se adopten a partir de ese resultado.
El cálculo de este factor permite conocer cuál es el impacto, en términos de GEI, que provoca alguna actividad, persona o entidad, y su importancia radica en la posibilidad de saber con certeza la manera en que éstos agentes contribuyen a acelerar el deterioro del planeta, debido a las emanaciones de dióxido de carbono y otros componentes que absorben y emiten radiación desde y hacia la superficie de la tierra, la atmosfera y las nubes.
¿Cómo se calcula la Huella de Carbono?
La Huella de Carbono consta de distintos enfoques: corporativo (empresas u organizaciones que buscan calcular sus emisiones de GEI como una forma de acercarse a la sustentabilidad); de producto (abarca toda la cadena de valor, incluso el consumo de estos y el término de su vida útil); personal (evalúa las emisiones directas o indirectas de una persona en un período de tiempo determinado).
A ellos se suman los enfoques de eventos (uso de electricidad, transporte de asistentes, preparación de alimentos, insumos, entre otras fuentes que lo generan); y territorial (emisiones de GEI de un área específica, es decir, sus límites son geográficos o político-administrativos).
Para cada uno de ellos existen metodologías y protocolos de cálculo distintos que han sido reconocidos internacionalmente:
Normas ISO 14.064 e ISO 14.065: Tienen como objetivo dar credibilidad y confiabilidad a los reportes de GEI y a las declaraciones de reducción o eliminación de ellos. Ambas normas pueden ser utilizadas por organizaciones que participan en el comercio, en proyectos o mecanismos voluntarios de reducción de emisiones. Además, se pueden aplicar a todos los tipos de GEI, no solamente al CO2.
Estándar corporativo de contabilidad y reporte (GHG Protocol): Se elabora en base a una colaboración entre empresas, ONGs y gobiernos, y tiene como meta establecer bases para la contabilización de emisiones de GEI. Consiste en un marco metodológico general que entrega pautas de trabajo para la determinación de herramientas de cálculo.
¿Qué sigue después de la medición de la huella de carbono?
Cristian Bustos, CEO de Beeok, solución tecnológica que ayuda a las empresas a transitar hacia la sostenibilidad identificando, actualizando y evaluando sus requisitos legales y que también puede gestionar la Huella de Carbono, indica que “una vez que se obtiene el cálculo de ésta, se deben realizar diversas acciones sobre este indicador, objetivo para el que existen distintas etapas inmersas en un ciclo de mejora continua”.
Ellas son:
- Análisis de Riesgos y Oportunidades: Una vez determinado el valor numérico de la Huella de Carbono y sus principales fuentes de emisión, lo ideal es realizar un análisis de los riesgos y oportunidades que ésta representa con la finalidad de avanzar en mejorar la eficiencia de los procesos y del uso de recursos.
- Plan de Mitigación: Consiste en implementar medidas y estrategias que tienen por finalidad disminuir las emisiones de GEI hacia la atmósfera, ya sea mediante reducciones directas, proyectos de eficiencia energética, reducción en consumo de combustibles e insumos, mejoras en la logística, gestión de los residuos, entre otras.
- Comunicación: Es importante dar a conocer las nuevas metas de la empresa en temáticas ambientales o de sustentabilidad, así como el logro de los diferentes objetivos propuestos y las acciones tomadas. Mantener una correcta comunicación es una forma de demostrar el compromiso de la organización con el medio ambiente y la sustentabilidad.
El experto en sostenibilidad puntualiza que con la vigente Ley Marco de Cambio Climático, “regulará la nueva institucionalidad y los instrumentos que permitan gestionar la huella de carbono, de modo de alcanzar la meta de carbono neutralidad al año 2050. En ella se establece la gobernanza climática, facultades y obligaciones de los organismos del Estado para la acción climática, a nivel vertical (nacional a municipal) como a nivel horizontal (distintos sectores). Asimismo, permite institucionalizar la visión del Estado, estableciendo en la ley la meta de Carbono Neutralidad”.
Equipo Prensa
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