Por Iván Toro, CEO de ITQ latam
Comienza el mes de la ciberseguridad y aunque se agradece la visibilidad del tema, lo cierto es que en este ámbito no se puede bajar la guardia; al contrario, porque los ciberdelincuentes evolucionan tan rápido como lo hace la tecnología y buscan cualquier excusa para atacar. Los riesgos pueden afectar no solo a personas, también a empresas y a la infraestructura crítica de una ciudad, región e, incluso, un país.
Las empresas deben continuar con sus políticas de seguridad de manera permanente, estar siempre al día para ir un paso adelante en la prevención e implementar estrategias zero trust o confianza cero.
Por lo mismo, la concientización es clave. Cada individuo, empresa y Estado debe asumir su responsabilidad en su propia ciberseguridad, informándose, capacitándose, teniendo claves robustas e implementando estrategias adecuadas.
La ciberseguridad, hoy en día, es uno de los activos más importantes de manera transversal, a nivel público y privado, y conlleva desafíos que aún persisten como avanzar en la construcción de una cultura de ciberseguridad, desde el usuario común hasta el máximo líder de una organización.
Como sociedad estamos expuestos de manera permanente, por lo que se torna indispensable seguir capacitando en las nuevas metodologías de ataque y amenazas, así como en las herramientas y habilidades de los diferentes productos del mercado y la especialización de los ingenieros de las organizaciones.
Asimismo, tanto la ciudadanía como las organizaciones tienen que informarse de sus derechos y deberes en materia de ciberseguridad. Conocer y poner en práctica la ley de protección de datos así como la ley marco de ciberseguridad es indispensable.
Sin duda, los desafíos en este ámbito no terminan y para sortearlos de manera exitosa, el apoyo conjunto de Estado, empresa privada y academia tiene que fortalecerse y consolidarse cada vez más.
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