Expertos de Salfa indican que las revisiones periódicas evitan mayores gastos en caso de complicaciones, tanto en vehículos de transmisión manual como automática.
La caja de cambios es un componente esencial y complejo en cualquier vehículo, ya sea de transmisión manual o automática: su función principal es transmitir de manera eficiente la potencia generada por el motor hacia las ruedas, permitiendo de esta manera al conductor controlar la velocidad del automóvil y adaptarse a distintas condiciones de manejo: desde pendientes empinadas hasta rutas urbanas.
“Sin este dispositivo el motor tendría que operar a velocidades extremadamente altas para generar el torque necesario con el objeto de mover el vehículo desde un punto muerto, lo que no solo aceleraría su desgaste, sino también incrementaría considerablemente el consumo de combustible, afectando el rendimiento general del automóvil”, explican los especialistas.
En Salfa Repuestos, la unidad especializada de Salfa, con sucursales en todas las regiones de Chile, advierten que los problemas asociados a las cajas de cambios suelen ser costosos; sin embargo, dicen, pueden evitarse haciendo chequeos periódicos, tanto en transmisiones manuales como automáticas: “El mantenimiento preventivo es clave para detectar a tiempo cualquier anomalía o desgaste excesivo en los componentes de la transmisión. Esto permite intervenir de manera anticipada, evitando así un problema mayor”
Los expertos de la concesionaria chilena comentan que en una revisión preventiva se evalúan diversos factores, siendo el nivel y la calidad del aceite uno de los elementos más críticos. “El aceite de la caja de cambios es el encargado de lubricar los componentes internos de la transmisión, reduciendo la fricción y el desgaste de las piezas. Con el tiempo, el aceite puede degradarse y contaminarse con partículas de metal y otros residuos. Por ello, es fundamental cambiar el aceite de la caja de cambios según las recomendaciones del fabricante”, indican.
La reposición de la caja manual se hace en promedio entre los 80 mil y 100 mil kilómetros, mientras que para las transmisiones automáticas el ajuste es entre 40 mil y 60 mil kilómetros. Ahora bien, las diferencias entre los tipos de transmisiones también influyen en los cuidados y las prácticas de mantenimiento. En los vehículos con transmisión manual, es el conductor o la conductora quien se encarga de seleccionar la marcha adecuada utilizando la palanca de cambios, lo que modifica la relación de velocidades entre el motor y las ruedas.
“En un vehículo manual se utiliza constantemente el embrague, que desconecta temporalmente el motor de la transmisión para que el conductor pueda realizar el cambio de marcha de forma suave y precisa. Una vez que selecciona la marcha adecuada, el embrague vuelve a conectar el motor con la transmisión, transmitiendo la potencia a las ruedas”, mencionan los profesionales.
Finalmente, agregan: “En el caso de las cajas automáticas, el proceso de cambio de marchas ocurre de manera independiente, sin intervención directa del conductor. Estas cajas están diseñadas para ajustarse automáticamente en función de la velocidad del vehículo, la posición del acelerador y otros parámetros. Con ello, se optimiza la eficiencia del motor y proporcionando una experiencia de conducción más sencilla y así reducir el riesgo de desgaste prematuro del motor”.
Equipo Prensa
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