De lo dulce a lo salado. Como snack, antipasto, ingrediente de un asado o salsa. En las ensaladas o junto a cerdos y pescados. Son algunas de las opciones que otorga uno de los alimentos más polifacéticos para poner en la mesa de los comensales.

 

Hace más de 7.000 años se empezó a producir la ciruela deshidratada en el mundo, gracias al riego producido entre los ríos Tigris y Éufrates, en la vieja Mesopotamia, pero a pesar de lo milenario, el producto no deja de sorprendernos con nuevos usos y costumbres en pleno siglo XXI.

Se trata de un suceso de la versatilidad o ductilidad gastronómica que parece no detenerse en el tiempo y en distintos rincones del planeta.

Presente en un postre polaco bañado en chocolate. Como relleno junto al tocino en un típico plato inglés con papas hasselback. O en una ensalada mexicana junto a nachos y plátanos secos. Tres de las decenas de versiones en las que podemos comer este producto: junto a lo dulce y lo salado; como protagonista o acompañante de múltiples entradas, platos de fondo y postres. Como snack, antipasto, ingrediente de un asado o salsa. Junto a cerdos y pescados. Y, por supuesto, como buen acompañante para los que abrazan tendencias vegetarianas y veganas.

Para el chef Jorge Ortega, consultor de empresas y director ejecutivo de la Federación Gastronómica de Chile (FEGACH), “esa mezcla de dulzor y acidez, permite a la ciruela seca esa vocación especial para cumplir ese ‘multifacético’ rol, que se agradece en el mundo gastronómico, pudiendo muchas veces, transformar una preparación y pasar a ser el ingrediente clave”, señala.

Asimismo, dice, constituye un ‘desafío’, porque al no ser visualmente atractivo requiere de un arte especial en su presentación y, por otro lado, exige un conocimiento para ofrecerlo en su punto más delicioso, de mayor frescura, evitando su etapa posterior de sequedad o marchitez.

Se trata de un producto o acompañante ideal, señala. Se lleva de maravillas con algunas aves como pollo, pavo o pato, también con el cordero, o peces como la merluza o el salmón. No descartar la salsa de ciruelas pasas para carne de cerdo y pollo. En repostería puede ser un buen acompañante de pasteles y tortas, o bien, de un postre como la macedonia con naranjas. Y ya no es novedad su utilización en panes de masa madre.

Estos últimos meses, el especialista ha estado trabajando junto a Chileprunes nuevas posibilidades que otorgan las ciruelas secas, experimentando, probando y degustando innovaciones y exquisiteces como las señaladas al comienzo de este artículo, al que también se podría agregar, entre otros, un cerdo relleno con ciruelas pasa, y que gusta mucho en Alemania y Asia.

Dicho trabajo se podrá ver próximamente en una serie de videos para Redes Sociales como Youtube, o extrayéndolo de la página web de Chileprunes, señala su director ejecutivo, Pedro Acuña.

Jorge Ortega no descarta que en el corto plazo se puedan ofrecer otras versiones de este producto que, entre paréntesis, otorga múltiples beneficios para la salud. Hace mención, por ejemplo, de un té saborizado en ciruela seca, una bebida energética, o ciruela seca en polvo como condimento para los más diversos platos dulces y salados. No descarta que en bebidas y alcoholes ya se esté utilizando para cócteles sofisticados; “además, como acompañante de un plato vegano, asoma como ideal”.

Algunas recomendaciones adicionales: al comprar las ciruelas pasas se debe comprobar que sean negras y brillantes, blandas y carnosas. Con o sin hueso, hay que guardarlas en un frasco de cristal cerrado, en un lugar fresco y seco, aunque en el refrigerador es donde se pueden conservar mejor. Así se las podrá tener a mano, y transformar este producto milenario y versátil en algo novedoso y actual, como un pollo con ciruelas pasas y acelgas bañado en vino blanco.

 

 

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