El Programa de Mejoramiento Genético de Trigos del Instituto de Investigaciones Agropecuarias cumplió 60 años, fecha que coincidió con la presentación, ante un centenar de productores, de una nueva variedad. En seis décadas, INIA ha generado 131 variedades de trigos harineros y 17 de trigos candeales que han sido incorporados a la industria panadera y de las pastas del país.
“La principal tecnología que genera INIA en sus programas de mejoramiento genético son las variedades mejoradas o semillas”, expresó Cristian Alfaro, Subdirector Nacional de Investigación de INIA, en una jornada de transferencia tecnológica o día de campo, realizado en Chillán, con motivo de los 60 años del Programa de Mejoramiento Genético de Trigo del instituto.
El directivo indicó que en las seis décadas INIA ha generado variedades “adaptadas a los distintos requerimientos y necesidades del medio agrícola chileno”, y que los trigos que hoy están disponibles corresponden a variedades panaderas, candeales y triticales, adaptadas a condiciones de altas temperaturas y escasez de agua.
Sostuvo que las semillas son adquiridas por los agricultores, con la garantía de que lograrán un cierto potencial de rendimiento, por lo que van asociadas a paquetes agronómicos con recomendaciones de fertilización, manejo de enfermedades y riego.
Nuevas variedades, nuevos desafíos
En tanto, el investigador del Programa de Mejoramiento Genético de Trigo de Primavera de INIA, Iván Matus, aclaró que las nuevas variedades siempre apuntan a cumplir con las expectativas de calidad, tanto de la industria molinera como de la industria panadera, pero también a satisfacer las necesidades de buenos rendimientos para los agricultores. Añadió que a esos desafíos se les ha sumado el de las variaciones climáticas, por lo que “hemos desarrollado una nueva variedad resiliente al cambio climático, una variedad con tolerancia al estrés hídrico y uso más eficiente del agua”.
En cuanto a las técnicas de mejoramiento utilizadas, el investigador enfatizó que en INIA “no usamos transgenia, no usamos ninguna tecnología molecular”, sino a lo que denominó “combinaciones de dos padres”. Esto responde a dos variedades de trigos, evaluadas en condiciones extremas de sequía y calor que “se combinan a través de un proceso que lleva un cierto número de años”, periodo en el que también se seleccionan “aspectos fisiológicos, de calidad, de respuesta a enfermedades, para finalmente llegar a este producto final”. Agregó que por todo este proceso pasó la nueva variedad de trigo primaveral de nombre “Anken”, que fue presentada a los productores en el día de campo realizado en Chillán.
20 años para una variedad
El mejorador de trigos de INIA detalló que para obtener una variedad debe cumplirse con muchos requisitos que van desde la selección de las características que se buscan hasta las pruebas en campo de varias temporadas. En el caso de la nueva variedad Anken, Iván Matus indicó que hace 20 años ya había señales de bajas de precipitaciones y aumento de las temperaturas, lo que los decidió a iniciar las primeras evaluaciones.
El investigador de INIA Quilamapu, explicó que de no generarse constantemente nuevas variedades, los agricultores tendrían que estar sembrando variedades antiguas. “El tema es que esas variedades ya tienen una productividad muy baja (…) un 50 o un 60 % menos que las actuales”, y menor calidad, lo que evidenciaría un merma en los ingresos de los productores y en una menor calidad de las harinas y del pan.
Otro de los aspectos destacados por Iván Matus fue el menor uso de productos químicos que requieren las actuales variedades. Mencionó que el equipo de investigadores INIA está trabajando para desarrollar nuevos trigos que demanden menos nitrógeno, menos agua y menos pesticidas, lo que obedece a un compromiso “con la sustentabilidad y la sostenibilidad de la producción triguera en Chile”.
Alta calidad de las pastas chilenas
Desde el punto de vista de la industria de las pastas, el subgerente agrícola de Tresmontes-Lucchetti, Pedro Pablo Lagos, resaltó que entre los principales desafíos están los eventos climáticos extremos. “Esta situación nos obliga a acercarnos más hacia la investigación, hacia el campo y poder incentivar a los agricultores a prácticas de agricultura que sean sostenibles para tener un campo más resiliente”.
Destacó el acuerdo público-privado de 36 años que existe con INIA al que califica de “fundamental para poder tener material genético adaptado a las distintas realidades”. El directivo empresarial agregó que las últimas variedades de trigos candeales presentan mejores rendimientos y resistencia a enfermedades lo que proporciona al agricultor “un cultivo que es rentable, sostenible en el tiempo y de alta calidad que nosotros utilizamos para la fabricación de nuestras pastas”. En este aspecto recalcó que las pastas que elaboran son “altas en proteínas, con un peso electrolítico muy bueno que nos permite tener una producción de alta calidad que puede competir con cualquier pasta de Italia u otros países”.
Día de campo
Un centenar de productores asistió al día de campo con el que INIA Quilamapu celebró los 60 años del Programa de Mejoramiento Genético de Trigo con base en Chillán. La actividad abordó temas de sustentabilidad, producción de variedades, calidad y enfermedades que las afectan. Las temáticas fueron presentadas por los investigadores de INIA Iván Matus, Dalma Castillo y Claudio Jobet, junto a integrantes del Centro de Fenómica de la Universidad de Talca, y a los investigadores invitados Amor Yahyaoui de Túnez y Julio Huerta de INIFAP México.
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